La pasión por tener mucho dinero, la ambición y el no defraudar a su tío el Sr. Rolston, hicieron que Mr. Percy Taylor acabe con su vida en un negocio irracional.
Mr. Taylor emigró de Boston Massachusetts hasta la amazonía de América del sur.
"El gringo pobre" lo llamaban en aquella región. Todo empezó cuando un indio le regaló una cabeza humana reducida y Taylor, luego de reflexiones filosóficas, le envió como regalo a su tío, quien encantado de aquella extraña manifestación cultural, le pidió muchas más con el fin de ser comercializadas en Nueva York.
Esta idea fue del agrado de Mr. Taylor, quien intensificó el negocio, creando un alza en el comercio y a la vez en la economía del lugar.
Sin embargo, en épocas en las que ya no había tanta "producción" de cabezas, se empezó a crear leyes absurdas para intensificar la pena de muerte y así lograr obtener mayor cantidad de éstas para el comercio.
No obstante esta comercialización cesó del todo. La última mercancía que le llegó a Nueva York al Sr, Rolston, fue la cabeza reducida de su sobrino Mr Taylor, quien en su desesperación, poco después de su muerte se convirtió en una cabecita más.
El Sr. Rolston, luego de tremenda barbarie se suicidó.
COMENTARIO:
Es impresionante la manera en que termina este cuento, en el que se representa claramente hasta donde puede llegar la ambición del ser humano por conseguir mayor cantidad de dinero y reconocimiento.
En este cuento, el autor, Augusto Monterroso, escribe duras situaciones por las que debe pasar una población, el regirse a leyes tan absurdas en donde solamente mencionar una frase podía significar la pena de muerte, nada más por lograr obtener mayor nivel económico, pero a costa de la muerte de miles de personas.
Este cuento no está muy lejos de la realidad, pues en la cultura Shuar se practica la reducción de cabezas llamadas Tzantzas, pero esta reducción no se la realiza con el único fin de la comercialización, sino se la aplica para aplacar las almas de los difuntos.
El objetivo es que los huesos del cráneo y de la cara se desmenucen con la maza y se extraigan a través de un corte practicado en la nuca; después poner a secar la cabeza y luego sumergirla en una salmuera de yerbas, raíces y numerosos vegetales para que dé como resultado una cabeza reducida hasta el tamaño de una manzana.
Pues bien, son manifestaciones culturales que, por el hecho de ser un país diverso y multicultural, se las debe apreciar y respetar, pero nunca llegar a aprovecharlas de la forma en la que nos cuenta Augusto Monterroso en su cuento.
Mr. Taylor emigró de Boston Massachusetts hasta la amazonía de América del sur.
"El gringo pobre" lo llamaban en aquella región. Todo empezó cuando un indio le regaló una cabeza humana reducida y Taylor, luego de reflexiones filosóficas, le envió como regalo a su tío, quien encantado de aquella extraña manifestación cultural, le pidió muchas más con el fin de ser comercializadas en Nueva York.
Esta idea fue del agrado de Mr. Taylor, quien intensificó el negocio, creando un alza en el comercio y a la vez en la economía del lugar.
Sin embargo, en épocas en las que ya no había tanta "producción" de cabezas, se empezó a crear leyes absurdas para intensificar la pena de muerte y así lograr obtener mayor cantidad de éstas para el comercio.
No obstante esta comercialización cesó del todo. La última mercancía que le llegó a Nueva York al Sr, Rolston, fue la cabeza reducida de su sobrino Mr Taylor, quien en su desesperación, poco después de su muerte se convirtió en una cabecita más.
El Sr. Rolston, luego de tremenda barbarie se suicidó.
COMENTARIO:
Es impresionante la manera en que termina este cuento, en el que se representa claramente hasta donde puede llegar la ambición del ser humano por conseguir mayor cantidad de dinero y reconocimiento.
En este cuento, el autor, Augusto Monterroso, escribe duras situaciones por las que debe pasar una población, el regirse a leyes tan absurdas en donde solamente mencionar una frase podía significar la pena de muerte, nada más por lograr obtener mayor nivel económico, pero a costa de la muerte de miles de personas.
Este cuento no está muy lejos de la realidad, pues en la cultura Shuar se practica la reducción de cabezas llamadas Tzantzas, pero esta reducción no se la realiza con el único fin de la comercialización, sino se la aplica para aplacar las almas de los difuntos.
El objetivo es que los huesos del cráneo y de la cara se desmenucen con la maza y se extraigan a través de un corte practicado en la nuca; después poner a secar la cabeza y luego sumergirla en una salmuera de yerbas, raíces y numerosos vegetales para que dé como resultado una cabeza reducida hasta el tamaño de una manzana.
Pues bien, son manifestaciones culturales que, por el hecho de ser un país diverso y multicultural, se las debe apreciar y respetar, pero nunca llegar a aprovecharlas de la forma en la que nos cuenta Augusto Monterroso en su cuento.
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