martes, 29 de mayo de 2007

La ambición de Mr. Taylor lo llevó a la muerte

La pasión por tener mucho dinero, la ambición y el no defraudar a su tío el Sr. Rolston, hicieron que Mr. Percy Taylor acabe con su vida en un negocio irracional.

Mr. Taylor emigró de Boston Massachusetts hasta la amazonía de América del sur.

"El gringo pobre" lo llamaban en aquella región. Todo empezó cuando un indio le regaló una cabeza humana reducida y Taylor, luego de reflexiones filosóficas, le envió como regalo a su tío, quien encantado de aquella extraña manifestación cultural, le pidió muchas más con el fin de ser comercializadas en Nueva York.

Esta idea fue del agrado de Mr. Taylor, quien intensificó el negocio, creando un alza en el comercio y a la vez en la economía del lugar.

Sin embargo, en épocas en las que ya no había tanta "producción" de cabezas, se empezó a crear leyes absurdas para intensificar la pena de muerte y así lograr obtener mayor cantidad de éstas para el comercio.

No obstante esta comercialización cesó del todo. La última mercancía que le llegó a Nueva York al Sr, Rolston, fue la cabeza reducida de su sobrino Mr Taylor, quien en su desesperación, poco después de su muerte se convirtió en una cabecita más.

El Sr. Rolston, luego de tremenda barbarie se suicidó.

COMENTARIO:

Es impresionante la manera en que termina este cuento, en el que se representa claramente hasta donde puede llegar la ambición del ser humano por conseguir mayor cantidad de dinero y reconocimiento.

En este cuento, el autor,
Augusto Monterroso, escribe duras situaciones por las que debe pasar una población, el regirse a leyes tan absurdas en donde solamente mencionar una frase podía significar la pena de muerte, nada más por lograr obtener mayor nivel económico, pero a costa de la muerte de miles de personas.

Este cuento no está muy lejos de la realidad, pues en la cultura Shuar se practica la reducción de cabezas llamadas
Tzantzas, pero esta reducción no se la realiza con el único fin de la comercialización, sino se la aplica para aplacar las almas de los difuntos.

El objetivo es que los huesos del cráneo y de la cara se desmenucen con la maza y se extraigan a través de un corte practicado en la nuca; después poner a secar la cabeza y luego sumergirla en una salmuera de yerbas, raíces y numerosos vegetales para que dé como resultado una cabeza reducida hasta el tamaño de una manzana.

Pues bien, son manifestaciones culturales que, por el hecho de ser un país diverso y multicultural, se las debe apreciar y respetar, pero nunca llegar a aprovecharlas de la forma en la que nos cuenta Augusto Monterroso en su cuento.

jueves, 24 de mayo de 2007

Un director de cine apasionado por transmitir la verdad

Miguel Littin, director de cine chileno, en la época de la dictadura de Pinochet, tuvo que realizar una visita clandestina a su país para poder filmar los hechos que sucedían y hacerlos conocer en la realidad tal cual eran.

Littin tenía prohibido entrar al país, sin embargo tuvo que falsificar documentos, crearse otra identidad y hasta fingir tener una nueva esposa, la que posteriormente le ayudaría a coordinar citas con personas que podían darle información valiosa para la realización del documental. Así, afrontó muchos obstáculos para no ser descubierto y consecutivamente huir cuando se enteraron de su presencia en Chile.

El trabajo de Littin fue muy duro y sacrificado, durante seis semanas, con tres equipos de filmación realizaba su documental, arriesgándose, entrevistando a chilenos, tanto que estaban a favor o en contra de la dictadura, obteniendo al final una película de dos horas para el cine, en donde se pretende mostrar al mundo la atroz represión durante la dictadura.

Pero no sólo se debe mencionar el sacrificio físico que tuvo que hacer Littin, sino también el fingir ser otra persona, su modo de hablar de caminar, el no poder ser la persona que era y más que nada una persona libre en su propia Patria. Todo eso siempre le produjo un mayor esfuerzo y a la final le afectó de gran forma.

Considerándose este un gran hecho y a su vez un gran documental, el muy reconocido periodista colombiano Gabriel García Márquez transcribe las experiencias vividas por Littin y crea su libro “Las aventuras de Miguel Littín clandestino en Chile” a su estilo periodístico.